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Gabo, Curiel, Amora: presente y futuro del arte visual sudcaliforniano

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La Paz, Baja California Sur.- En lo que se refiere a artes visuales, los sudcalifornianos “estamos como en una estadía de inocencia”, una etapa “emergente” que únicamente se supera trabajando y comprendiendo que “en el arte debe haber una función social”, a pesar del eterno toque intimista de los peninsulares, según coinciden Gabriel Rodríguez, Daniel Amora y Alejandro Curiel, tres de los jóvenes artistas visuales en Baja California Sur (BCS) con mayor reconocimiento a nivel nacional, al observar que esta condición mantiene relación directa con el tipo de público que convive en el estado, uno poco crítico, poco participativo y poco conocedor, lo que a nivel nacional provoca que nos vean, dicen, “como niños raros”.

Gabriel Rodríguez considera que en el arte los sudcalifornianos “estamos atrasados y no”, llenos de “exploraciones interesantes” que no “terminan de cuajar”, principalmente por la falta de crítica, tanto personal como interpersonal, situación que nos mantiene desde hace tiempo “en una fase de educar públicos” y en medio de personajes con talento pero con falta de método, los mismos que se sienten alejados de los incentivos gubernamentales y cerca del discurso autocomplaciente que reza falta de apoyo generalizada por parte del sector público, cuando la mayoría de las veces no existe rigurosidad artística que justifique el mecenazgo o que sea acorde a la calidad y empeño de los artistas en el resto del país.

Y de esto “todos somos culpables”, acepta Gabriel, porque si bien es cierto que “somos famosos por el letargo sudcaliforniano”, también es verdad que “ha sido más la fama”, ya que hoy, al menos en el plano de las artes visuales, “hay gente muy movida, los jóvenes de las universidades están muy movidos”, sin embargo no es el ímpetu y la creatividad de lo que se carece en BCS sino de constancia y perspectiva.

Es necesario, expone, más asistencia a eventos culturales y talleres de arte, públicos más curiosos, mayor preparación profesional, elevar el número de promotores culturales y propiciar la creación de convocatorias y premios internacionales para la participación de los locales, pues aunque la competencia a nivel regional es pieza importante en la construcción de una identidad artística, también es cierto que se convierte en un contenedor del nivel de los artistas.

Alejandro Curiel, por su parte, opina que el arte visual en todo México se ha visto influenciado negativamente por el aspecto comercial, llevando a los artistas a repetir sin explorar una mexicanidad superficial muy parecida al suvenir, y “es el público”, dice, quien provoca esta situación, aquel “que busca comprar cierto arte porque es amable, y curiosamente siempre lo tradicional es lo que más llama la atención porque no te exige mucho, te da todo […], y todo lo que es popular por eso es popular, porque es muy amable”.

Aquí coincide con Daniel Amora, uno de los artistas visuales sudcalifornianos más conocidos fuera de México, quien como Curiel considera que, aunque “hay mucha tradición artística en México que está sonando en Europa, mucha producción de litografía, por ejemplo […], la gráfica mexicana está ahorita en una etapa medio estancada, pues el mismo discurso lo ves en todos lados, lo que con el tiempo”, cree, “podría matar todo ese ruido que hay en Europa”.

“Se maneja mucho la mexicanidad”, dice Amora, “y son tradiciones muy ricas y muy padres, pero se repiten y se repiten en los discursos […] Yo no me siento muy identificado, y no porque me sienta como si no fuera mexicano sino que no me siento muy identificado con esa estética porque siento que caemos mucho en el mexican curious, en lo que quieren ver […], y hay mucho más en México, pero no han sido levantados esos artistas que han intentado explorar más, porque estamos cerrados, tanto así que nuestro billete de quinientos es Diego Rivera”.

“La identidad es lo secundario”, dice Daniel Amora, “tienes que adentrarte más en la producción más que decir soy de aquí o represento acá, creo que eso muchas veces también es una bandera para vender, el hecho de decir que eres de algún lugar, debes ser artista aquí y en China”.

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En este punto, Rodríguez encuentra diferencias entre la producción en el norte de México y la del resto del país, y aunque no difiere con Amora y Curiel, muestra que “en el norte estamos haciendo una exploración muy íntima”, aunque constantemente a través “del desierto, el paisaje y todas estas cuestiones”, lo que “es muy válido”, anota, “pero no es para todos los públicos, no todos los públicos lo entienden […], mientras que en el centro la exploración se inclina hacia el arte conceptual, el objeto, el archivo”, y en ambos casos, pero de forma mucho más marcada en la entidad, “no hay una ideología y no hay una postura política”, por lo que no se trasciende la estética para dar paso al aprovechamiento social de la obra.

Y es que, de acuerdo con Alejandro Curiel en este caso, apenas “estamos en el estatus de querer hacer las cosas bien, de empezar a asomarnos, salir de nuestra isla, que es la Baja, ver las cosas cómo se hacen en otros lados y aprender de ellas o tomar esas cosas y utilizarlas a nuestro favor”, por lo que la evolución hacia lo social no ocurre en la mayoría de los casos.

Quizá, al menos para los artistas locales, todo sea consecuencia del letargo creativo que se vivió tras los años de auge que tuvieron Carlos Olachea y Aníbal Angulo, un sopor que hoy parece llegar a su fin pero que continúa alimentándose de la falta de espacios culturales que funjan como muestra constante del valor que tiene el arte en la evolución de las sociedades, dice Amora, pensando en la carestía de museos de arte.

“Pienso que hubo un vacío bien fuerte, un tiempo dormido y que, quién sabe, a eso se debe a lo mejor que lo que hace falta mucho aquí en La Paz y en la Baja Sur es, más allá de galerías y de centros culturales, son museos que alberguen las colecciones de esos artistas que alguna vez salieron de aquí y fueron exitosos, como Carlos Olachea y Raúl Virgen, porque seguramente muy poca población los conoce y no contamos con un sitio donde se exponga permanente su obra y vida, y sería algo que eduque de cierta manera a la población […], que motive a nuevas generaciones a producir y motive a nueva gente a adentrarse no nada más a producir arte, sino a la museografía o la curaduría, o la historia”.

Daniel Amora

Daniel Amora

Daniel Amora Mora nace en San José del Cabo, municipio de Los Cabos, en 1987. Es artista visual con estudios de licenciatura en la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Veracruzana. Ha contado a lo largo de su trayectoria con exposiciones en México y en el extranjero, participaciones en bienales nacionales e internacionales con como la Bienal del Noroeste, la Segunda Edición de Premio Arte Contemporáneo L.A. CETTO, la Bienal Nacional de Artes Visual es en Mérida, ha obtenido tres veces premios de adquisición en diferentes categorías en la Bienal de Artes Visuales Carlos Olachea y el National Museum Mexican Art de Chicago recientemente adquirió parte de su obra para su colección. Ha impartido talleres y clínicas de gráfica fuera y dentro del país, sus últimas participaciones han sido la ciudad de Houston, Texas; Praga, República Checa; y Aguascalientes, en el recientemente inaugurado Taller Nacional de Gráfica. Además, es director de Taller 64, un taller enfocado en la enseñanza artística en general.

Alejandro Curiel

Alejandro Curiel

Alejandro Curiel nace en Guadalajara, Jalisco, en 1985, aunque ha hecho de Loreto su hogar. Su obra abarca la pintura de caballete y mural y se caracteriza por contar con un aprendizaje prácticamente autodidacta. Sus obras expresan temáticas sociales, matizadas de misticismo y un total desapego por el eufemismo, no así por la irreverencia o inocencia. En sus lienzos podemos encontrar simbolismos y analogías a una sociedad idiota, violenta, corrupta e hipócrita, así como el gusto por las aves, el ambiente bucólico y los textos en latín. De 2004 a la fecha ha expuesto al menos en 15 ocasiones en BCS, Jalisco y Ciudad de México (CDMX). Actualmente, parte de su última colección, “Éremos”, se exhibe en la Galería de Arte Carlos Olachea Boucsiéguez, mientras que “Be Midbar”, parte de la misma, es expuesta en el Instituto Cultural México-Israel.

Gabriel Rodríguez

Gabriel Rodríguez

Gabriel Rodríguez Villalpando y Caldera nace en La Paz, en 1991, es artista visual de formación autodidacta y promotor cultural, aunque su curiosidad y talento se han extendido a la literatura y el cine. Cuenta con al menos 7 exposiciones individuales y 10 colectivas, destacando su participación en el festival de arte Entijuanarte durante 2009, 2011 y 2013, así como la obtención en 3 ocasiones de la beca que ofrece el Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA) y los premios literarios por sus obras “News paper (prensa para leerse en ninguna parte)” y “Libro de voces”.

El Informante de Baja California Sur

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Iván Gaxiola

Iván Gaxiola

Reportero de El Informante Baja California Sur