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Los presidentes más efímeros

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Amigas y amigos lectores de Zarpazos de León, hace ya varias semanas que no hablamos un poco de la historia de nuestro país. En el centenario de la muerte de Porfirio Díaz han surgido al por mayor biografías y ensayos, casi todos con el afán de corregir la posición que tiene en las páginas de la historia; el ha sido el presidente que más ha durado en la silla, pero, ¿qué hay de los presidentes más efímeros que duraron desde 9 días, hasta 45 minutos. Conozcámoslos.

José Joaquín Herrera fue Presidente de México en tres ocasiones. Para efectos de esta lista tomaremos en cuenta su primer periodo, de tan solo 9 días. Para los mexicanos pasó a la historia como un hombre bueno y honrado; cuentan que su ministro de Hacienda fue a visitarlo a sus aposentos en Palacio Nacional y se encontró ante una escena difícil de creer: el Presidente de la República sentado en una silla de madera y una mesa del mismo material cubierto con una tela barata que hacía las veces del mantel, a punto de comer un platillo de comida popular en loza común. El ministro se ofreció a apurar los trámites para conseguir que los pagos atrasados al Presidente llegaran lo más rápido posible; él respondió: no gracias, aún me queda dinero de mis últimas alhajas que empeñé. Llegó por primera vez al poder cuando se nombró presidente interino al general Valentín Canalizo que era presidente del Consejo de Estado, a la salida de Antonio López de Santa Anna. Ante la ausencia de Canalizo, José Joaquín Herrera hubo de tomar el poder durante 9 días mientras el general regresaba a la ciudad. Durante su tercer mandato, ofreció ayuda económica al papa Pío IX que fue víctima de una conspiración en su contra.

Nicolás Bravo, tuvo también estuvo la presidencia en tres ocasiones, y ocupa dos de los lugares de nuestra lista, pues duró diez días como presidente en 1846 y sólo siete días en 1839. José Manuel Villalpando, que fuera director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México en el sexenio de Felipe Calderón, lo considera “uno de los títeres de Santa Anna”, pues asegura que el once veces presidente de México, lo llamaba para que ocupara la silla presidencial cuando deseará ocuparse de otras cosas más importantes que atender los asuntos del país. Lo que ubica a Nicolás Bravo en una posición no congruente con el prestigio que logró al lado de Morelos en la Independencia. El 13 de septiembre de 1847 era el comandante en jefe del Castillo de Chapultepec; Santa Anna lo acusó de haberse escondido para mantenerse a salvo mientras que el ejército se vio obligado a rendir su espada.

Antes de que Porfirio Díaz se aferrara al poder por tres décadas, tuvo un brevísimo tiempo como presidente de facto, de tan solo 8 días. Lo anterior se debió a que Díaz desconoció a José María Iglesias como presidente, ocupando él la Presidencia de facto; posteriormente convocó a elecciones que él mismo ganó de forma avasallante; lo que no sabían los mexicanos es que dejaría el poder hasta el año de 1911. Cabe hacer mención que la primera rebelión de Porfirio Díaz fue bajo la bandera de la no reelección, vicio en que cayó en muchas otras ocasiones.

En esta primera entrega, nos detenemos momentáneamente, con la promesa de que la próxima semana les contaré más sobre el fugaz paso de otros 3 hombres por la Presidencia.

Escríbanme a zarpazos@elrugidodeleon.com

El Informante de Baja California Sur

Por Luis Enrique López León

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