Un jardín con historia, en la Heroica Mulegé
Por Juan Cuauhtémoc Murillo
En días recientes, el gobernador Carlos Mendoza entregó la remodelación del Jardín Corona, en la localidad de la Heroica Mulegé, un espacio público que guarda una más que centenaria historia ligada a acontecimientos nacionales ocurridos en los últimos años del siglo XIX.
El Jardín, que antes se llamaba Plaza de Recreo, recibió el nombre oficial de Plaza “general Ramón Corona” el 16 de enero de 1890 por acuerdo del Ayuntamiento de la municipalidad de Mulegé, que entonces tenía como cabecera la ya entonces heroica comunidad de Mulegé, que formaba parte de la Subprefectura del mismo nombre.
La iniciativa surgió del subprefecto Francisco Arano, como parte de las actividades que se organizaron desde el Gobierno del presidente Porfirio Díaz a raíz de la muerte del general Corona, ocurrida dos meses atrás.
Ramón Corona Madrigal era un destacado militar jalisciense del ala liberal de la generación de la Reforma, de la segunda mitad del siglo XIX mexicano, quien libró diversas batallas que le brindaron prestigio nacional al lado de Benito Juárez, primero, y Porfirio Díaz, después. Entre ellas están la que recuperó el puerto de Mazatlán, en 1866, que estaba en manos de las fuerzas imperialistas de Maximiliano; así como la derrota y captura del emperador en Querétaro, el 15 mayo de 1867, que le valieron que el Congreso de la Unión lo declarara Benemérito de la Patria en este mismo año; y también la derrota de Manuel Lozada, que se mantuvo como rebelde del Gobierno Federal en 1873.
El ameritado militar se desempeñó como enviado especial y ministro plenipotenciario de México en España a partir de 1874, donde permaneció diez años, para regresar a su estado natal como gobernador en diversos periodos entre 1887 y 1889. En este cargo, el 10 de noviembre de 1889, sufrió un atentado que le costó la vida al día siguiente, con apenas 52 años.
A raíz de este acontecimiento, el presidente Díaz dispuso que en todas las regiones del país se le brindaran honores del rango de un patricio nacional, de los que el entonces Distrito Sur de la Baja California no fue la excepción. Y estos se llevaron a cabo con mayor relevancia porque el jefe político y comandante militar, general Bibiano Dávalos (que ocupaba este cargo por tercera ocasión en las últimas dos décadas), había mantenido una relación particular con el general Corona.
Precisamente, Dávalos (con el grado de coronel) había combatido bajo las órdenes de Corona en los referidos combates de Mazatlán y Querétaro, donde crónicas refieren que, al rendirse el emperador Maximiliano, este decide entregar su sable a Dávalos, quien declina recibirlo para darle el reconocimiento a su jefe, el general Corona.
Así, y “para honrar debidamente la memoria del ilustre general Ramón Corona, caudillo del Ejército de Occidente y defensor de la patria contra los invasores [franceses]” en el “justo dolor que aflige al pueblo mexicano”, el gobierno del Distrito dispuso, por bando, de tres días de duelo, a partir del 21 de noviembre de 1889, durante los cuales se izó la bandera nacional en las oficinas públicas y que hicieran lo mismo las embarcaciones que llegaran la bahía de La Paz.
Igualmente, se instruyó a los empleados públicos a que en esos días “portaran riguroso luto”. y el día 23, a las diez de la mañana, se le rindió homenaje a Corona en la Casa de Gobierno con un discurso alusivo a cargo del licenciado Luis Castañeda. Por otra parte, el gobierno de Dávalos cumplió con la solicitud del ayuntamiento de Guadalajara para recaudar fondos para erigir una escultura en la capital de Jalisco, por lo que alcanzó a recolectar entre los presidentes municipales de La Paz, Santiago, San José y El Triunfo, la cantidad de 306 pesos.
Entre tanto, se indicó a los subprefectos y presidentes municipales del Distrito que realizaran los honores fúnebres correspondientes. Por lo que se refiere al de Mulegé, el decreto de Dávalos fue atendido hasta mes y medio después, cuando fue recibida la notificación el 31 de diciembre, por lo que se ofreció, en forma inmediata, “conmemorar su memoria” con la imposición del nombre del militar jalisciense a la Plaza de Recreo de la localidad, que se realizó el 16 de enero siguiente.
De la misma manera, en el mineral de Santa Rosalía, un grupo de habitantes solicitó al jefe político Dávalos que iniciara los trámites correspondientes ante el Gobierno de la república para que este, a su vez, lo planteara ante el Congreso de la Unión, a efecto de que la localidad recibiera el rango de villa o ciudad, ya que el desenvolvimiento social y económico había alcanzado, en 1889, los 4 mil habitantes. En la carta dirigida a Dávalos también se propuso que la nueva ciudad recibiera el nombre de “Santa Rosalía de Corona”, en honor del recientemente fallecido general Ramón Corona.
Por su parte, Dávalos inició la gestión ante el secretario de Gobernación, quien, dos años después, respondió que “por motivos fáciles de comprender se juzgó conveniente dejar pasar algún tiempo antes de dar curso a este asunto”, por lo que solicitó información de nueva cuenta al respecto, pero cuyo trámite tampoco procedió.
Después de 129 años, la Plaza Jardín Corona se mantiene, tal vez, como el único espacio público en Baja California Sur, con la misma función y el mismo nombre originales.