Los matrimonios igualitarios
Amigas y amigos de Zarpazos de León; al momento de terminar de escribir estas líneas, ya se avecinan los primeros minutos de este jueves, y precisamente me he trasnochado para reescribir mi columna para El Informante Baja California Sur, toda vez que consideré que “Historia del Narcotráfico en México, Parte VI”, puede esperar una semana más, para platicarles ahora de otro tema tan importante como ese.
La tarde de este miércoles tuve la oportunidad de presenciar la primera eliminatoria del Concurso Universitario de Debate que organiza la Universidad Mundial. Ahí, acompañé a entrañables amigos que conforman el equipo participante “El Escuadrón de la Justicia”, representando a la Universidad Autónoma de Baja California Sur, conformado por Vanessa Gabriela Ibarra Domínguez, Martín Natanael Villavicencio Rochín y Yazareth de los Ángeles Beltrán Martínez, bajo la dirección de los jóvenes abogados Vladimir Corral Gomez y Luis Heriberto Rodríguez Carreón, quienes compitieron con representantes diferentes instituciones de educación superior.
El tema que fue producto de debate, fue el de los matrimonios igualitarios. La vitalidad de la juventud universitaria contagia. La entrega a la defensa de su pensar y su sentir, despierta emociones. Y los argumentos ahí vertidos, a veces carecen de todo sustento, pero siguen representando una convicción específica de quien la sostiene, también digna de todo reconocimiento.
Independientemente de lo que ahí se puso sobre la mesa y lo que sostuvo la tribuna, por cuestiones de espacio, me permitiré compartir con ustedes un solo argumento al respecto que marcará mi postura sobre los matrimonios igualitarios, sin que eso obste para que en mi correo electrónico zarpazos@elrugidodeleon.com pueda continuar con un debate más profundo sobre este importante tema.
Y es que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos alberga en sus garantías, la no discriminación, la igualdad de las personas y una lista precisa de las libertades humanas. Tomando además en consideración que el Derecho evoluciona junto con la sociedad, y la sociedad en que vivimos ha sufrido cambios radicales en su estructura y en su forma de ver a quienes le conforman.
La gran protagonista de este cambio ha sido: la libertad. Y precisamente la libertad es la premisa fundamental que da paso a la defensa de la que quizá sea la mayor de ellas: la igualdad. Siempre he dicho que la igualdad no admite puntos medios, que esta debe ser definitiva, sin cortapisas, siempre y cuando no afecte las libertades de otros.
De aquí se desprenden otro supuesto: idealmente es la legislación el reflejo de lo que la sociedad reclama para regular la vida en su interior, donde se han establecido las principales normas de convivencia, por mencionar una de esas regulaciones, hablamos del matrimonio.
Por tanto, he aquí el punto irrefutable de mi posición en el tema del matrimonio igualitario: la Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha pronunciado al respecto de que “es inconstitucional y discriminatorio considerar al matrimonio solo como la unión entre el hombre y la mujer”.
Así que se prende el foco rojo amigas y amigos lectores: la legislación vigente en nuestro estado, específicamente el Código Civil de Baja California Sur es inconstitucional y discriminatorio, pues establece en su artículo 150 que el matrimonio es la “unión entre un hombre y una mujer”, violando con ello el derecho de igualdad para cada uno de los ciudadanos. Ese punto es la clave de todo debate sobre este tema. De la perpetuación de la especie y de la familia natural, surgen otros puntos dignos de debate, que pueden hacernos pasar horas para agotarlo. Pero como apreciación personal, dejo a ustedes estas líneas.
Por Luis Enrique López León
