Por Juan Alberto Valdivia Alvarado

Los datos dados a conocer por el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) en la Medición de Pobreza 2020 arrojan datos preocupantes para los mexicanos. Algo no está funcionado con las políticas públicas supuestamente implementadas para abatir la pobreza y mejorar las condiciones en educación, ingresos, salud, seguridad social, vivienda y alimentación.

Los números dados a conocer por el mismo Consejo reflejan un aumento del número de mexicanos que se encuentran en pobreza y en pobreza extrema.

De 2018 a 2020 pasamos de 51.9 a 55.7 millones de personas en situación de pobreza: 3.8 millones más en dos años.

Por lo que respecta a la población en situación de pobreza extrema, creció de un 7% a un 8.5%, lo que equivale a un aumento de más de 2 millones de personas, rebasando los 10 millones de mexicanos que se encuentran en esta condición.

Lo que debe de generar una verdadera preocupación y atención son los datos que arrojan los indicadores en materia de acceso a los servicios de salud, ya que más de 16 millones de personas se han ubicado en este rubro en esos dos últimos años. Los mexicanos que no tienen acceso a estos servicios pasaron de 20.1 a 35.7 millones.  Este rubro, el acceso a la salud, merece un comentario por separado por su importancia y el impacto a las familias mexicanas.

Algunos datos se observan alentadores, como lo es la disminución en el rubro de la población vulnerable por carencias sociales, donde la cifra disminuyó en 2.7 millones de personas, así como la mejora en los indicadores que tienen que ver con las carencias en materia de vivienda.

La publicación de los resultados de la Medición de Pobreza 2020 a nivel nacional, estatal y municipal debe ser: primero, una radiografía sobre la eficacia de las políticas sociales ejercidas por los tres órdenes de gobierno, y, segundo, una hoja de ruta para los años que vienen.

La crisis sanitaria originada por la pandemia, las fallas en las políticas públicas de estos años y el repunte inflacionario deberían constituir las principales líneas de atención para el gobierno federal, las administraciones estatales y municipales en el futuro inmediato.

Es evidente que nuestro país vive un retroceso en materia de combate a la pobreza y que enfrentamos retos importantes para lograr salir adelante en conjunto, sociedad y gobierno.

Negar o simplemente cerrar los ojos ante esta lacerante realidad que vive nuestro país impedirá corregir el rumbo.

Estamos a tiempo.

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