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OPINIÓN Y ENFOQUE | A DOS AÑOS… Y AÚN FALTAN CUATRO

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A dos años de que la democracia favoreció con el voto de la mayoría al tiranuelo López Obrador, parece que las cosas se están poniendo ojo de hormiga. De la economía nacional mejor ni hablar, el denodado empeño en inhibir la inversión y ver a los empresarios perder sus fuentes de producción y empleo, dicen los chairos “para que ahora sepan lo que es ser empleado”, ¿empleados de qué empresas? pregunto yo, si lo que quieren es que no haya empresas.

Y hay personas con nula capacidad de razonamiento que piensan que a los Estados Unidos no les conviene tener de vecino a un dictador debido a sus inversiones en nuestro país. En verdad que más ingenuos no pueden ser, a los gringos no les interesan los regímenes políticos mientras ellos no pierdan, así que les importa un cacahuate si los mexicanos somos prósperos o no. Cuando un país no es redituable simplemente no invierten en él, así sea su vecino.

La única manera en hacer que los gringos reaccionen es convirtiéndonos en sus enemigos y eso sí que no va a pasar porque ellos se bastan solos para buscarse enemigos y ¡neta! ¿somos un peligro para ellos? ¿socios? realmente ya no lo somos, solo en el papel, pero del que ponen en los baños de The White House.

López no solo es un cobarde, mientras quede bien con “Trun” los Estados Unidos harán lo que quieran con México, ¿le importa eso a los USA? no, ellos no pierden. ¿Cuánto a que la crítica a esto será que los gringos siempre han hecho lo que quieren con nosotros?, por el momento le digo a quien lo piense, que no es tema.

México ya tenía un lugar importante dentro de la comunidad internacional y López se ha encargado de aislarnos y colocarnos en un nivel tan bajo que lo ganado se está perdiendo vertiginosamente para regresarnos cuarenta o cincuenta años atrás.

La carencia de razonamiento de los enamorados de López es tan manifiesta que sencillamente depositan su fe ciega en creencias, no en hechos que están a la vista de todos, barnizadas por frases populistas para convencerles de que ya no hay corrupción y de que quienes protestamos somos resentidos, cuando la realidad es que los resentidos son quienes gobiernan y están destruyendo a nuestro país.

Creen que añoramos la corrupción, cuando la corrupción está viviendo sus mejores momentos. Ante esto, es esfuerzo inútil tratar de convencer a quien no quiere ver, ni escuchar. Y tal vez, bueno fuera que las ocurrencias y sinvergüenzadas de LA CUATROTE solo les afectaran a sus seguidores, pero no, ¡nos joden a todos por igual!, ahí sí somos iguales y al rato estaremos todos, seguidores y opositores, jodidos por igual.

Por otra parte, el asunto de la inseguridad en el país parece haber avanzado uno o dos escalones más y las autoridades responsables de la seguridad parecen haberse quedado pasmadas. Independientemente de si lo de García Harfuch fue una producción de TV Azteca o si lo que ocurre en Guanajuato o en otros estados del país es culpa de las autoridades estatales o federales, el mensaje es claro. Alguien manda en México y no es el señor que hace su stand up show todos los días por la mañana.

Un personaje que diariamente busca excusas para no establecer políticas públicas claras, en blanco y negro, bien estudiadas y avaladas por colaboradores que sí sepan los temas; un personaje cuyas explicaciones, todas, confluyen en repartir culpas y en señalar culpables con apodos; un personaje cuya gracia es hacer malos chistes y hablar como predicador dando consejos de épocas intelectual y tecnológicamente superadas, contando historias para tontos en tono de embaucador y que se ríe en la cara de todo el pueblo. Definitivamente, no creo que sea él quien totalmente dirija los destinos de este país, más bien creo que sigue un guion aprovechando el momento histórico y sus dotes de embaucador. Como que se le cumplió el sueño. Él, en sí mismo, es un distractor y cumple bien su papel.

Desafortunadamente tampoco manda el pueblo. Lo cierto es que el pueblo lo puso ahí recién hace dos años a través de elecciones limpias, por conducto de un instituto electoral que ahora pretende destruir porque “no es confiable”. Bueno, pues mayor burla no puede haber ¿verdad?

El pueblo no manda, porque si mandara el diario show de mentiras e imputaciones sin fundamento ya no tendría aforo. La gente se divierte, pero también debería cansarse de que le vean la cara a diario.

El pueblo bueno que tanto invoca López, en realidad es un pueblo inerte, sumiso, incapaz de reaccionar. ¿Duele? claro que duele. Su arma de convicción es el populismo. El populismo es la deshonestidad envuelta en dulce. Y ese es su éxito.

El populismo promete el bienestar sin esfuerzo, explica nuestra desgracia en función de la culpa de los otros; el populismo promete que puedes vivir a expensas de otros y que es justo quitarle a los que tienen para darte porque ese que tiene no se merece tener más que tú. Ese pensamiento, mis queridos lectores y lectoras es la cultura de la mediocridad, del deshonesto que admira la corrupción, que desdeña la ley y prefiere la mentira por sobre la verdad, el robo por encima del esfuerzo por ganar las cosas y el silencio en lugar de hablar de frente y con la verdad.

El populista, además, es intolerante. No acepta que le critiquen lo mismo que criticaba antes; no acepta que le digan las cosas de frente y se victimiza presentándose como ofendido, cuando él ofende, califica, apoda y pontifica sin ninguna prueba y sin juicio alguno, mientras defiende y exculpa a criminales y corruptos cuando están de su lado.

¿Ya vamos entendiendo quién manda en México?

¿Dónde están los beneficios de LA CUATROTE? ¿dónde están los resultados? Sin duda los que nos pasamos jode y jode diariamente criticando al régimen (que de nuevo no tiene nada) nada más hacemos escándalo (espero que no sea solo escándalo), pero lo único que encontramos como réplica son insultos, reclamos e insinuaciones.

Los ciegos seguidores de López se desgañitan tratando de defenderlo señalando que la oposición está desesperada porque perdieron privilegios, porque ya no pueden robar, porque ya se acabó la corrupción, etcétera. Se alegran porque se mueren fuentes de empleo y porque los “ricos” se están volviendo pobres. Se tragaron el anzuelo del populista: ¡seamos un país empobrecido entonces! No lo éramos, pero les han hecho creer que sí.

Creen que el desarrollo, el crecimiento y la riqueza económica son producto de la deshonestidad y de la corrupción, y que la pobreza es la consecuencia de la desigualdad provocada porque hay ricos. Se los han hecho creer y lo repiten a pie juntillas, como si fuera un mantra.

La realidad es distinta: el trabajo, el esfuerzo, el conocimiento es lo que hace la diferencia, pero como dice un meme muy de moda, ustedes (crédulos de López) no están preparados para esta conversación.

Que hay corrupción y deshonestidad, claro, las hay, entre pobres y ricos, ninguno es condicionante del otro ¿o queremos tapar el sol con un dedo?, la diferencia la hace la educación, ¿la que proporciona el estado? No, la que proporciona la familia.

Entonces, si hay desigualdades es porque nos hace falta educación; porque necesitamos cultura de esfuerzo y emprendimiento; porque requerimos cumplir las normas jurídicas y la existencia de instituciones; porque necesitamos apreciar con sinceridad nuestro trabajo y el éxito de nuestros connacionales; porque nos es indispensable respetarnos y no estar esperanzados en un mesías o en un caudillo que vendrá a salvarnos.

Bien lo interpreta Axel Kaiser, “los latinoamericanos estamos acostumbrados a que alguien haga por nosotros”, a que venga el mesías, el héroe o el caudillo a solucionarnos la vida, cuando la historia nos ha puesto claros ejemplos de que ese anhelo fantasioso únicamente incrementa los totalitarismos, las desigualdades y, por supuesto, la corrupción. El Lopezobradorismo es un ejemplo claro de esto y quieren prolongarse todo lo que puedan. No les importa el pueblo, les importa la pazguatez de sus creyentes.

Por eso, lo que jamás encontramos con este régimen son hechos, resultados tangibles, mejoras. Todo lo que repiten es un listado de promesitas insulsas cuyo fin último es repartir dinero mediante programas clientelares con fines electorales. Ese dinero no dura porque no hay quién lo genere. Ese dinero llega el día que se acaba.

Yo no me fiaría del pueblo bueno pero hambriento.

El populismo produce pobreza generalizada y riqueza focalizada; produce tiranos y desgracia.

Estamos a dos años. Hoy podemos celebrar que, al menos hoy, la democracia es real en México, pero de ninguna manera podemos celebrar el juicio de un pueblo nada sabio que decidió con las entrañas la desgracia.

El pueblo bueno debería ser sabio, pero hace dos años el pueblo elector fue en parte bueno, pero de ninguna manera sabio.

Faltan cuatro años aún, pero el año próximo es crucial ¿se conjuntarán para entonces la bondad y la sabiduría?

Nos seguimos leyendo. Saludos.

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Pablo González Olachea

Pablo González Olachea

Pablo González Olachea es licenciado en Derecho por la Universidad de Guanajuato, México. 1986.

* Máster en Dirección y Gestión Pública Local por la Universidad
Carlos III de Madrid. Granada, España. 2003.

* Especialista en Medicina Legal, Investigación Criminal y Policía
Científica. Universidad de Salamanca. España. 2003.

* Doctorante de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Mundial
campus La Paz, Baja California Sur. 2018. (Inconcluso)

* Más de treinta años de experiencia profesional en los estados de
Guanajuato y Baja California Sur, en áreas tales como consultoría jurídica,
administración pública, evaluación y control, responsabilidades de servidores públicos, análisis de contratos, investigación y análisis de información, desarrollo de proyectos, liderazgo, docencia y diseño normativo.

* Amplia experiencia docente universitaria en Derecho Constitucional,
Derecho Penal, Derechos Humanos y Garantías Constitucionales, Criminología, Administración Pública, e Investigación Jurídica especialmente en la Universidad Mundial, Campus La Paz, BCS y otras instituciones en el estado de Guanajuato.