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OPINIÓN Y ENFOQUE | CAMBIO… AVANCE O RETROCESO

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Siguiendo mi diálogo con Martín y habiendo expuesto la crisis de México en los ochenta y mediados de los noventa, nuestro diálogo continuó dándome perfectamente cuenta que, como también comentaba con mi hijo hace poco, aquello que sucedió antes de que yo naciera o, de que me diera cuenta de mi existencia en este planeta, lo imagino en blanco y negro.

Y sí, entiendo que a las generaciones actuales les resulta difícil imaginar el mundo antes de ellos. Debe ser desconocido e increíble, pero ello no excusa de que obvien que hubo momentos históricos que no solo hay qué conocer, sino tratar de entender porque, precisamente, los actuales acontecimientos indudablemente tienen su origen en el pasado.

Por ello es que entonces que le dije “Martin, es que tu no viste la diferencia por haber nacido en los 90. En verdad México avanzó mucho y, claro, la corrupción siempre jode todo, pero ese no es el punto. No es un caudillo o un partido el que debe sacar adelante un país”.

Al decirle esto caí en cuenta de algo: Yo mismo estaba cayendo en el juego del divisionismo, donde parece que unos tiempos fueron mejores que otros y no es así. No obstante, soy un convencido de que hay que conocer la historia para entender el presente y prever el futuro.

Lo que sí sirve es que el gobierno en turno permita que te desarrolles y prosperes, es un asunto de ganar todos. La corrupción se combate con educación, entre otras cosas. En esta afirmación es que fundamento mi pensamiento.

El gobierno no debe ser el rector de la vida de los ciudadanos, sino quien, a través de las leyes y las instituciones permita que cada persona se desarrolle en libertad ya que esto provoca una distribución más pareja de la riqueza; habrá quien gane mucho y quien no gane nada, pero la tendencia de la libertad es que las brechas tiendan a cerrarse; nadie debe ser absolutamente pobre si cuenta con el deseo de trabajar y superarse. Aquí es donde entran el gobierno y los empresarios, en apoyar que se cierre la brecha, en otorgar oportunidades de desarrollo, no dádivas.

Las condiciones en libertad permiten que quien menos gane mejore su vida, siempre y cuando ocupe su esfuerzo en ello, sin quedarse esperando que alguien o “papá gobierno” le saque de pobre.

Los programas asistencialistas que defiende el régimen autoritario no sacan jamás al pobre de pobre, sino que producen personas dispuestas a elegir al tirano a cambio de migajas permanentes y continuas pero que no le alcanzan para desarrollarse, vamos, ni para ahorrar. Ancestralmente, los programas asistencialistas le sirven a todos los regímenes del color y tendencia que sea para mantener una población votante cautiva. Por eso es que cualquier político que endulce la voz y prometa “las perlas de la virgen” agregándole unos pesitos mensuales, seguro ganará la elección. Ahora, eso multiplíquenlo por la población clientelar de un país, la perspectiva es fatal.

El caso es que seguimos discutiendo este tema y de verdad que entiendo la desesperación de la mayoría, ¡Entonces! ¿quién es la persona idónea? preguntó Martín,”¿y como lo sacamos nosotros si todo se amaña incluso las leyes para robar, vender, privatizar, etcétera. Ya es mucho robo al país por parte de los políticos y partidos en general, somos un país muy rico dirigido por ratotas”

Mi respuesta inicial es que si estamos consciente de los males que aquejan a nuestro país y más aún de lo que no queremos que siga pasando, le recomendé que mirara a su generación y a la de mi hijo, “son los que siguen” le dije.

Por otro lado, las leyes pueden no ser malas, el problema es que o no se cumplen o al cumplirse se tuercen aprovechando las lagunas, esas sí, dejadas ahí probablemente con malsano propósito.

Mi interlocutor apuntó, además: “…por eso creo que merecemos como ciudadanos dignos representantes, pero lo veo muy lejos, no se puede tener contentos a todos, es la realidad.”

Y es verdad, no se puede tener contentos a todos; de hecho, no hay por qué tener contentos a todos.

El problema no es de figuras, líderes o caudillos solamente, ni de leyes únicamente. Yo creo que es una cuestión de sociedad y de educación.

Al mismo tiempo, en política y gobierno hay muchos mitos y paradigmas que, si no estudiamos, invariablemente damos por ciertos. Eso es lo que da fuerza a la corrupción y a los personajes mesiánicos.

Pregunto nuevamente ¿qué van a hacer las generaciones actuales y futuras para que esto deje de suceder? y la respuesta invariable que he escuchado todo el tiempo es que no hay a quien poner y no se puede confiar en los partidos políticos. Es como un círculo vicioso en el que siempre caemos porque pensamos en figuras.

Aquí es donde quiero que hagamos una pausa. ¿Por qué siempre esperamos a alguien que nos guíe? ¿Por qué miramos hacia arriba como si esperáramos a un ser superior? Ahí dejo la pregunta; la respuesta debe de pensarse y de expresarse con sumo cuidado.

Entonces, le recomendé a Martín: “Te sugiero que pienses por ti y en función de tu futuro, no en función de los que acusan quiénes son los malos de la película”. Yo creo que se puede hacer mucho si nos “cae el veinte”.

Mi interlocutor manifestó que, por supuesto que cree que se puede hacer mejor, que él quiere participar, pero no sabe cómo aún. Se muestra un tanto escéptico en cuanto al alcance de lo que alguien puede lograr, pensando además que es a todo un país al que hay qué convencer y educar. Confieso que en ese momento, fugazmente pasó por mi mente la imagen de Gandhi.

Regresando a mis propios alcances hasta ahora, le dije: “Tan lo creo posible que logré que mis alumnos sigan platicando conmigo de estas cosas algunos años después de que hemos compartido el aula. Eso habla de que hay esperanza”.

Entonces Martin señaló algo muy cierto: “Yo creo que no sabemos trabajar en equipo en México, somos personas muy apasionadas y eso crea conflicto fácilmente a tal grado de matarse entre sí por el poder político”.

Aunque su comentario es reconocible en más de uno, es cierto que a muchos mexicanos nos cuesta el orgullo trabajar en equipo, el punto es que, si estamos conscientes del problema, entonces ya estamos dando un paso hacia adelante para encontrar la solución como generación presente y naciente.

De pronto me pregunta: “¿Usted qué propone o quién le parece conveniente que dirija el país en lugar de López Obrador?”

Mi respuesta es la siguiente: “Es que no es quién. Casi siempre me preguntan eso y siempre me veo tentado a decir que yo. Pero insisto en que erróneamente buscamos a una persona como el salvador, está mal que pensemos así”.

Pero si reformulamos la pregunta por ¿Cuáles son los elementos necesarios o propuestos para lograr un mejor cambio?, yo me inclino por pensar en un régimen que garantice libertades y con menos intervención en la rectoría de las actividades productivas. Un régimen más educador y menos impositor. Y no es trabajo de una sola persona, es de todos. Claro, se requieren liderazgos, pero no mesianismos.

Se requiere consciencia comunitaria real, no divisionismos.

Continuamos esta charla en la tercera y última parte: CAMBIO… MÁS ACCIÓN, MENOS PALABRAS.

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Pablo González Olachea

Pablo González Olachea

Pablo González Olachea es licenciado en Derecho por la Universidad de Guanajuato, México. 1986.

* Máster en Dirección y Gestión Pública Local por la Universidad
Carlos III de Madrid. Granada, España. 2003.

* Especialista en Medicina Legal, Investigación Criminal y Policía
Científica. Universidad de Salamanca. España. 2003.

* Doctorante de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Mundial
campus La Paz, Baja California Sur. 2018. (Inconcluso)

* Más de treinta años de experiencia profesional en los estados de
Guanajuato y Baja California Sur, en áreas tales como consultoría jurídica,
administración pública, evaluación y control, responsabilidades de servidores públicos, análisis de contratos, investigación y análisis de información, desarrollo de proyectos, liderazgo, docencia y diseño normativo.

* Amplia experiencia docente universitaria en Derecho Constitucional,
Derecho Penal, Derechos Humanos y Garantías Constitucionales, Criminología, Administración Pública, e Investigación Jurídica especialmente en la Universidad Mundial, Campus La Paz, BCS y otras instituciones en el estado de Guanajuato.