#OPINIÓN | DETENER LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL
Con el inicio de la revolución industrial en la segunda mitad del siglo XVIII, se dieron grandes transformaciones económicas, sociales y tecnológicas a las que se les percibe como un gran desarrollo. Comenzó la formación de grandes ciudades así como de numerosos complejos industriales.
La producción pasó de ser realizada con fuerza humana y animal a una donde las máquinas realizaban la mayor labor. Estás máquinas funcionaban con vapor y carbón, y se dio el surgimiento del motor de combustión interna, que funciona con combustibles fósiles, como el petróleo y sus derivados.
Sin embargo, este gran desarrollo venía de la mano con un gran problema: la contaminación. La revolución industrial comenzó en Gran Bretaña y se extendió por toda Europa. La literatura, como la de Charles Dickens, ya hablaba de cómo las ciudades se “inundaban” de humo producido por las fábricas y ciertas consecuencias en la salud de las personas.
El día de hoy ese problema se ha agravado a dimensiones mayúsculas, la producción de energías con carbón e hidrocarburos ha dañado el planeta y ha desatado graves consecuencias en él, llegando a lo que hoy se conoce como “crisis climática”. El Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund WWF) nos dice que es la situación actual de emergencia causada por el alarmante ritmo en el que se ha ido calentando el planeta en las últimas décadas.
El uso de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón, la agricultura, la ganadería, y muchas otras actividades humanas emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono y el metano, que llegan a la atmósfera y retienen el calor en la Tierra, causando un aumento anormal y peligroso de la temperatura mundial al que se le ha dado el nombre de calentamiento global. Este calentamiento es peligroso ya que entre más caliente esté el planeta, más cambiará el clima y especialmente más frecuentes e intensos serán los eventos climáticos extremos como los incendios forestales, los ciclones tropicales, las inundaciones y las sequías.
Ante tan alarmante problema, diversos países han realizado esfuerzos conjuntos para detener esta catástrofe. Uno de ellos, quizá el más relevante, fue el “Acuerdo de París”; que es un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante. Su objetivo es limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2, preferiblemente a
1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales. Ya que según datos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, (Intergovernmental Panel on Climate Change IPCC), perteneciente a la ONU, pronostica que, si el aumento de la temperatura global alcanza los 2,0°C, el 28% de la población mundial (2 mil millones de personas) estará expuesta a olas de calor extremas.
En acciones concretas este acuerdo busca crear estrategias y alternativas al uso de combustibles fósiles, de manera que la producción y vida humana no siga aumentando la temperatura del planeta y nos evite los daños que provoca. En próximas entregas abundaré sobre el impacto de este problema en nuestro país y en nuestro estado, también apuntaremos sobre las estrategías y alternativas a las energías fósiles, así como la responsabilidad que ello representa