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OPINIÓN | A MITAD DEL CAMINO

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Este primero de diciembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha llegado a la mitad de su administración. Llega con altos índices de aceptación ciudadana, un mandatario popular, pero con logros muy cuestionables.

El balance es negativo en materia de resultados para el país. México se encuentra ante una profunda polarización social, con altos índices de delincuencia, crecimiento de la pobreza, millones de personas sin acceso a los servicios de salud pública, nulo crecimiento económico y altas tasas de inflación, por mencionar algunos rubros.

Las políticas públicas del presidente se han enfocado a los programas sociales, a la lucha contra la corrupción, a la seguridad y al desarrollo económico de las regiones marginadas del país.

En materia de seguridad, llegamos a la mitad del sexenio con más de 100 mil muertes violentas. Más de 97 mil homicidios dolosos y casi 3 mil feminicidios hacen que estos últimos años sean los más violentos en nuestra historia reciente. La política de “abrazos y no balazos” parece no estar funcionando. Más de 200 mil efectivos de las fuerzas armadas desplegados por el territorio nacional tampoco parece que estén ayudando a disminuir el problema, la militarización no está funcionando.

La pobreza no solo no ha disminuido, sino que la última evaluación hecha por el Coneval arroja datos nada esperanzadores. Casi 4 millones de mexicanos han ingresado a condiciones de pobreza. En dos años pasamos de 51.9 millones de pobres a 55.7 millones.  La pobreza extrema también creció de 7% a 8.5% en este periodo.

Los programas sociales, política estrella de esta administración, en el 2016 llegaban al 67% de los hogares en extrema pobreza, en 2020 el alcance es del 43% de las familias en esta condición.

Los programas de bienestar se enfocan en transferencias directas de apoyos económicos, más que en la prevención, mitigación y atención de los riesgos que enfrentan las personas con alguna carencia.

Ante una crisis económica y de salud pública a nivel mundial, en México, la clase media se ha visto afectada pasó de 53.5 millones en 2018 a 47.2 en 2020, esto es, poco más de 6 millones de personas que se ubicaban en esa condición hoy han pasado a formar parte de la clase baja.  Por su parte, la clase alta también sufrió una reducción de aproximadamente 800 mil personas.  Con estas cifras se profundiza el carácter de ser un país donde predomina la clase baja.

En cuanto al crecimiento económico los primeros años han sido complicados y las cifras han sido negativas. En el mes de noviembre la inflación se ubicó en 7.05 %, es decir, que el poder adquisitivo de los mexicanos se vio disminuido, los precios de los bienes y servicios subieron, alcanzando cifras históricas que no se veían desde hace 20 años. Van algunos ejemplos nada gratos, la tortilla tuvo una inflación de 16.7% y se estima que cierre el año con un costo de entre los 25 y 27 pesos por kilo, la carne tuvo una inflación del 13.3% y el pan de caja un 10.3%. El aceite y el pollo tuvieron un aumento del 60% en sus precios, la electricidad un 24% y los energéticos un 2.38%. El ingreso de muchas familias se ha visto afectado al grado que, en un sector muy amplio de la población, no alcanza para la canasta básica.

Así, entre cifras y encuestas que dan al presidente altos porcentajes de popularidad, el país vive otra realidad. Polarización, propiciada desde la presidencia de la república, altos índices de inseguridad, nulo crecimiento económico, programas sociales que no ayudan a mitigar el problema de la pobreza, señalamientos de corrupción en las esferas más cercanas al presidente y con una, cada vez mayor, militarización del país llegamos a la mitad del camino de este sexenio.

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