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OPINIÓN | ¿AQUÍ NO PASA NADA?

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Si creciste en los 90’s, adolescencia o juventud, tuviste que haber tropezado algún momento de tu vida en México con esa excelente canción de Caifanes: “Aquí no pasa nada”. Lanzada en 1990, pero que, para muchos, ha trascendido a esa época, y ahora es un buen himno de evocación. Tal vez no fuera la más famosa. Pero su letra era reflexiva y contundente. El mundo como lo consideramos muchos. Tierra de ciegos. Y esto jamás fue por condición, sino por una profunda elección, porque ver compromete… y tiene consecuencias.

“Eramos todos de papel, liso y blanco, sin doblar”. ¿En qué momento perdimos como sociedad esto?. La problemática del país, dolorosa y cruel, ha encontrado “ceguera” en una frase pobre y lamentable: ‘El pasado era peor’. Lo cual lo dudo cada día más. Pienso honestamente que no existe un pasado doloroso, sino una eterna continuación de la tristeza, la pobreza y la desesperanza. Solo que está ya corrompió al cuerpo, y ahora está profundamente alojada en el alma de cada mexicano.

“Somos sumisos y obedientes; con ganas de gritar; con ganas de matar”. Si bien, la voz ha cambiado su esencia por letras en un teclado, alojada en redes sociales que mitigan, pero no corrigen el dolor, el ataque “a las causas de fondo” es una guerra perdida. Como lo fueron las anteriores guerras presidenciales. Solo es una frase vacía que pretende durar un par de años más, entre sobornos llamados becas y apoyos, pero que tendrán un precio muy alto. El mexicano está hundido en un conflicto de poder del cual ya no es espectador: es un actor secundario, de “relleno”, pero que la carga de la escena le lacera profundamente.

“Pero hace tiempo que aquí; nos educan; para mentir”. Mientras crecía en los 90s, entre frases sin sentido y repetidas agotadoramente, nos llenaron la mente de que las nuevas generaciones, ahora despiertas, generarían el cambio. Y lo logramos. Cambiamos. Hicimos lo necesario para sobrevivir. Nos volvimos indolentes, inconscientes, inoperantes, involuntarios. Entregamos la conciencia colectiva a manos de políticos sin escrúpulos, que nos manipulan como encantadores de serpientes. Y sí, la nueva realidad de México es que esas águilas en el poder, nos devoran, como cruel consecuencia de una patria que enarbola un nuevo escudo nacional, donde el rojo predomina sobre los otros colores.

“Hace tiempo me dijeron; que aquí no pasa nada; que todo está guardado; para que no le pase nada”. Como ciudadanos, somos el soporte económico de gobiernos, de cualquier color, que esconde las cosas, presenta otros datos, justifica en medias verdades los errores, y que maquilla resultados. Y nos deja ignorantes en nombre de la “Seguridad Nacional”. La de ellos. Y no me refiero a la nación, sino a su seguridad. Una realidad oculta a simple vista. La falta de medicinas, vacunas y tratamientos; o peor, agua como placebo. Retenes armados que “los medios sensacionalizan” para crear un estado de inseguridad. Muertos que son estadísticas, no víctimas. Y víctimas que mueren mil veces, entre dictámenes “ridículos” de las procuradurías responsables de castigar a los culpables.

“Aquí no pasa nada”. El endeudamiento es mentira. La economía está controlada. La inflación no es alarmante, solo del 7%. Y las matemáticas que la calculan son opositoras y neoliberales. Porque los artículos que antes eran de 10 pesos, ahora cuestan 17. Así que solo subieron el 7. Que los bolsillos mienten. Que el hambre es pretensión. Y la falta de oportunidades es culpa de una idiosincrasia que no quiere sacrificar nada, como irse a zonas inhóspitas, inseguras, con sueldos de miseria. “Malditos aspiracionistas”. Traigamos el conformismo de fuera. Claro, con mejores sueldos, aunque estos no se paguen a quienes los ganen por su trabajo. Sino a regímenes que continúan así su antidemocrático control. Finalmente, siendo amigos del “tuerto”, son casi “reyes” en palacio.

“Que todo está guardado, para que no le pase nada”. Dictámenes que se meten a cajón. Que se descalifican, se “vituperian”. Porque las fallas son estructurales, de diseño. La inacción del pasado es la culpable única. Pero mis descuidos, aunque los hubiera atendido, no habrían cambiado la realidad. La falta de mantenimiento no es responsable. Y las muertes… las estadísticas… no tienen más nombre ni apellido. Solo son instrumentos que los grupos muertos y carentes de capacidad de oponerse, enarbolan a conveniencia, no por dolor… o pena. Y el pago a deudos, es una consideración de la cúpula. Silencio entonces.

“Que esta tierra es de ciegos; y que el tuerto está en el cielo; para guardarlo todo; y que aquí no pase nada”. Y que cada quien visualice el cielo como le plazca. Algunos le han dado forma de palacio. Porque al estar todos ciegos, no habrá manera de que vean el terrible simbolismo. Finalmente, somos seres que estamos cansados. Abrumados. Y como nunca, si no te alineas, las consecuencias caerán sobre ti con el peso de un estado. No importa si eres extraño o un aliado.

Hemos regresado. Caímos en una espiral de retroceso. No solo en la música, que vuelve a cobrar vigencia como una forma de reclamo. Sino en políticas públicas, en empoderamiento a la persona y no a la nación. El pueblo se ha convertido en un silente actor, que aún víctima, no se saldrá de su rol, por miedo a que un mes la ‘cuenta’ no refleja “el amor del líder”. Por miedo a que los “traidores de la patria” te tatúen con alguno de los cientos de insultos que a diario proliferan desde una tribuna que, por usar la palabra falsamente, ha matado la esperanza de México. Finalmente, “esta tierra es de ciegos”. Selectivos. Así que, AQUÍ… “AQUÍ NO PASA NADA”. Perdón por su tiempo y gracias por su lectura. Buen día.

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