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OPINIÓN Y ENFOQUE | CAMBIO… MÁS ACCIÓN, MENOS PALABRAS

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El solo pensamiento no cambia nada, la expresión opositora no cambia nada y las palabras se las lleva el viento… de nada sirve pensar así. Dice mi ex alumno Martín: “Nadie en este momento tiene el poder de hacerlo realidad… En este momento el presidente tiene todo el poder y lo trae muy metido en su cabeza ¿Cómo dar el primer paso?”

El primer paso es equilibrar. Mediante el voto es necesario que un solo partido político no tenga la mayoría absoluta en el congreso como ahora morena y como anteriormente el PRI. Si algo hizo la diferencia cuando gobernó el PAN es que jamás, en los doce años que ostentó la presidencia de la República, tuvo la mayoría absoluta en el congreso. Por tanto, ante el asomo de un gobierno tiránico con aspiraciones de perpetuidad resulta urgente equilibrar los poderes públicos.

El poder inclinado hacia un solo lado (bueno o malo, según la percepción) invariablemente siempre es malo.

Ahora bien, algo que no va a cambiar nunca, es que no todo es malo ni bueno, en el caso de las personas nadie es ni santo ni diablo y que en la vida no todo sale bien siempre, ni mal siempre, el asunto, como vengo diciendo, es un tema de equilibrios.

Señalamos hace algunos párrafos que se requieren liderazgos, ¿Por quién votar mis estimados lectores, lectoras?, por quien les parezca mejor o menos malo, si lo quieren ver así. Mi consejo es buscar que la balanza no se incline toda hacia un lado y en este caso está inclinadísima hacia morena, así que no hay qué no hay que perder mucho el tiempo en quebrarnos la cabeza.

“¿Votar contra morena es desear que regresen los de antes?” Ja ja ja por supuesto que no, porque no solo no se han ido, ya han regresado los de antes y remasterizados.

No, el punto no es votar por los de antes, es que no hay otros partidos políticos, lo que sí hay que analizar bien es a los candidatos, y cuestionarlos, y ponerlos en predicamentos para que ofrezcan objetivos, no meras promesas ni subjetividades. Los electores somos quienes votamos por ellos y, por tanto, los ponemos en los puestos, los partidos políticos los proponen y los sustentan, pero finalmente quienes decidimos ponerlos en el cargo somos nosotros, o ¿me van a decir que López Obrador es también producto del fraude electoral?, que hoy sea un fraude es otra cosa, ya lo era desde antes, pero fue un ejercicio democrático el que lo puso ahí. No es raro que se quiera deshacer del INE, un ejercicio democrático lo puede deponer o quitarle poder. No le demos vueltas, cualquiera sabe que esto es posible.

Si seguimos esperando caudillos, nunca vamos a encontrar a un político perfecto por lo que decía hace rato. Y voy a insistir nuevamente en algo. Nuestro error está en esperar algo de ellos. Les llamamos mandatarios creyendo, muy erróneamente, que ellos mandan y no, los mandatarios son los que obedecen. Nos han enseñado a venerar gente, figuras, leyendas, estatuas, hasta santos y la realidad es que no son diferentes a ti y a mí, y si los ponemos en algún lugar no es para que nos manden, sino para que nos obedezcan, nosotros somos los mandantes.

El cambio cultural verdadero debería ir por ese camino, así que a nosotros nos toca comenzar a dar ese primer paso. AMLO, por el contrario, quiere que sigamos creyendo en el gobernante todopoderoso, al que no hay que reprender, ni decirle nada y, por el contrario, agradecerle por estar ahí para darnos las soluciones.

Desde la primaria yo fui educado en ese ambiente de héroes infalibles, casi míticos, super especiales a los que había que adorar; en el mundo donde si llegaba el político no podías decirle nada que le ofendiera porque era lo máximo (por algo había llegado ahí) y ¿saben qué? mi fortuna es que nunca he creído en eso.

Yo no creo en héroes, creo más bien que cada quien tiene su momento y debe aprovecharlo para hacer lo mejor y trascender con el hecho, no con su persona. No es el caso de López aunque muchos lo quieran ajustar a ello, simplemente es un oportunista ansioso de poder absoluto, acomplejado, nostálgico, mesiánico. La caída libre en la que tiene a nuestro país es más que evidente y él no ha logrado nada más que ganar una elección para desaprovechar oprobiosamente su oportunidad.

Por otra parte, la desconfianza que nos generan los políticos tiene un dejo de hipocresía. Decía hace rato que ni todos somo santos, ni todos somos diablos. Por tanto, el punto de que sean rateros, sinvergüenzas, mentirosos no es porque sean políticos, es porque lo que nos han enseñado en todas partes, mucho en la escuela, mucho en los medios y mucho también, aunque duela decirlo, en la familia. Desgraciadamente ajusta con paradigmas muy arraigados en nuestra forma de ser:

Por ejemplo, nos enseñan que no hay qué dejarse, siempre hay que ganarle al otro y, por tanto el otro tiene que perder, que “marica” el último, que si no bebes no eres macho o si no tienes novia, que tienes que sacar diez de calificación y que si sacas cinco eres un fracasado, que puedes tirar la basura donde te pegue la gana, que si te encuentras algo es tuyo, que no importa si te pasas el semáforo en rojo o te estacionas el lugar prohibido, que los policías son tus enemigos, que arreglar los problemas a moquetes es lo mejor, que no está mal copiar en el examen, que las clases son aburridas, y podría seguir con un montón de “enseñanzas” con las que hemos convivido y creído décadas y décadas.

“Es claro que el asunto no se arregla hoy mi estimado Martín, pero se arregla. En nuestras manos y en las de ustedes y las de sus hijos está que se arregle o no”.

Admiramos a otros países, Noruega, Suecia, Suiza, Alemania por señalar algunos. Chequemos el comportamiento de las personas en los países prósperos. ¿Hay corrupción? ¿Hay malas personas? sí, pero son las menos, son las excepciones. En México, dicen, “el que no transa no avanza”.

Imaginemos que tan solo hiciéramos una sola cosa. Difundir, vivir y enseñar a nuestros amigos, familiares y compañeros que ser honesto y honrado es lo correcto, y que el honrado no es el pendejo. Solo eso.

Pero ¿cómo hace entender a tantos mexicanos?, pues con que hagamos entender a las personas de nuestro entorno cercano y seamos ejemplo. Se van a burlar, van a decir que estamos mal o hasta se van a enojar. Necesitamos congruencia y constancia, influir al menos en diez personas y de ahí si tan solo una sigue el mismo ejemplo serán otras diez hasta seamos millones.

Pensar de otro modo es aceptar que ser mediocre y acomplejado sí se pudo, pero honrado y buen ciudadano es imposible. ¿No es absurdo?

Mi estimado interlocutor siguió con sus dudas: “Decirlo es muy fácil o idear de soluciones, pero hacer entender lo que es “correcto” o “mejor” para el país y enseñar a todos y cada uno de los ciudadanos. ¿Cómo hacer que funcione?”

Un lago nació de una primera gota de lluvia, es lo que puedo responder. No puedes ser el caudillo, pero si puedes ser el influencer de unos pocos. La solución va a tardar, pero llegará.

No es que sea fácil decirlo, nos hemos convencido de que, ante los poderosos, no vale la pena luchar, por eso somos la mayoría de los mexicanos como somos. Nos decimos muy habilidosos ¿pero a quién se lo hemos demostrado o haciendo qué?

Martín, te pregunto algo, “¿si no te interesara en verdad hacer algo, estaríamos platicando este asunto?, porque no creo que dudes y preguntes y te mueva solo la curiosidad o las ganas de platicar con alguien”.

Si pretendemos erradicar los problemas del país tendríamos que pensar en una forma distinta de manejo del país para lograr un cambio y yo creo que el mejor camino es la libertad. Por tanto, entonces habría que diseñarlo. ¿A quién crees que le toca?… Amigo, el futuro está en tus manos.

La clave está en creer que se puede y tener la voluntad de hacerlo.

“Pero ¿cómo lograrlo si hay tan grandes diferencias entre nuestros compatriotas?”

Por eso solo somos responsables de nosotros mismos. Y con quienes se crucen por nuestro camino, familia, amigos, compañeros, alumnos, vecinos, etcétera, al menos. podemos intentarlo.

Créanme no somos los únicos y hay muchos mexicanos que piensan y quieren un país próspero, pues bien, a veces solo falta animarlos.

Lo que resulta imperdonable es vencerse porque hay muchas personas mal o por creer que no hay remedio.

Es en momentos así, que espero que Facundo Cabral se haya equivocado cuando puntualizó quiénes eligen al presidente: …los pendejos son peligrosos por que al ser mayoría eligen hasta el presidente.

Y para muestra, México.

Un abrazo.

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Pablo González Olachea

Pablo González Olachea

Pablo González Olachea es licenciado en Derecho por la Universidad de Guanajuato, México. 1986.

* Máster en Dirección y Gestión Pública Local por la Universidad
Carlos III de Madrid. Granada, España. 2003.

* Especialista en Medicina Legal, Investigación Criminal y Policía
Científica. Universidad de Salamanca. España. 2003.

* Doctorante de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Mundial
campus La Paz, Baja California Sur. 2018. (Inconcluso)

* Más de treinta años de experiencia profesional en los estados de
Guanajuato y Baja California Sur, en áreas tales como consultoría jurídica,
administración pública, evaluación y control, responsabilidades de servidores públicos, análisis de contratos, investigación y análisis de información, desarrollo de proyectos, liderazgo, docencia y diseño normativo.

* Amplia experiencia docente universitaria en Derecho Constitucional,
Derecho Penal, Derechos Humanos y Garantías Constitucionales, Criminología, Administración Pública, e Investigación Jurídica especialmente en la Universidad Mundial, Campus La Paz, BCS y otras instituciones en el estado de Guanajuato.