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#OPINIÓN | LA IMPORTANCIA DE UN BUEN LÍDER EN UNA NEGOCIACIÓN INTERNACIONAL

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La palabra internacionalización me llamó la atención desde una edad muy temprana. En la joven mente de aquellos tiempos alcanzaba a visualizar a grandes rasgos lo que después, en el curso de mi formación profesional empataría con multilateralismo y globalización, entre otras aproximaciones que al final de cuentas denotan, las implicaciones de no estar solos en el mundo como país y en consecuencia depender y ser afectados por las acciones de otros países.

Durante el año 2000 y en las filas del Centro Universitario de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Guadalajara (CUCEA), Jalisco, la primera de nosotras en aparecer con la prueba fehaciente de una internacionalización, fue Laura, quien había empezado a realizar sus prácticas profesionales en una agencia aduanal. Recuerdo el día que hurgó entre su mochila para sacar una carpeta y después abrirla con mucho cuidado para mostrarnos con entusiasmo un par de hojas manchadas de tinta y de sellos. Se trataba de un pedimento de importación que le había sido expedido a una empresa ubicada en Zapopan, para transportar maquinaria de Estados Unidos a México, mismo que avalaba el pago de la tarifa arancelaria correspondiente.

Estudiar Negocios Internacionales, enfocó mi interés de aquel entonces en las famosas trasnacionales que en aquella época ya estaban establecidas en la frontera norte de México y en ciudades como Guadalajara, producto de la apertura comercial y los tratados de libre comercio que habían empezado a firmarse con mayor auge a partir de 1992 y que definieron  en un corto tiempo las principales exportaciones de México en tres conceptos, además de petróleo crudo: computadoras, automóviles y autopartes.

Pero no es mi intención, amable lector, ahondar en tecnicismos del comercio internacional ni en historia económica de México, sino en compartir con usted mi  punto de vista sobre la importancia de las negociaciones internacionales conforme a lo que he vivido.

En ese tiempo, yo partí a España a cursar un año en el Centro de Ciencias Económicas de la Universidad de Cádiz. En ese entonces, España usaba la peseta como moneda de intercambio comercial y surgía ya en la mesa de negociación internacional, la adopción del Euro como moneda única para los países de la Unión Europea. He de decir que fui testigo de la notoria preocupación y resistencia de los ciudadanos españoles ante las implicaciones de tremendo cambio y al mismo tiempo también pude visualizar como España estaba siendo devorada por las economías Inglesas, Alemanas, Francesas y otras, estableciendo grandes filiales en el mercado interno. Época, recuerdo, donde prevalecían altos niveles de desempleo y de estrés social por las malas decisiones económicas del país.  Era evidente también, ver a las economías fuertes europeas en mención, acaparar las tierras de la costa española edificando ahí sus casas de verano y playa. Acciones que les estaban prácticamente restringidas a los ciudadanos españoles por el limitado poder adquisitivo de su moneda, siempre en desventaja frente a los más fuertes (cualquier parecido entre las ventajas de Estados Unidos sobre México,  es coincidencia).

En el 2001, ya de regreso en Guadalajara, participé  en un programa de prácticas en Sanmina SCI, trasnacional que se encarga de maquilar componentes para computadora. Después de un par de meses, me contrataron para trabajar en la privilegiada área de tráfico donde mi labor principal era recibir y capturar en un sistema, los pedimentos de las piezas que se importaban y llegaban a la planta para su ensamblaje. Sin embargo, la empresa con tres plantas en ese entonces era la fuente de empleo de miles de personas que trabajaban sin descanso en las líneas de producción a cambio de transporte, alimentación en grandes comedores y un salario bajo sin requerírseles carrera universitaria pues no había tampoco expectativas de crecimiento profesional.

Me quedó claro en aquel entonces, en ambos contextos, que un mercado fuerte, siempre buscará un mercado débil para deglutir territorio y mano de obra barata, excretando consecuentemente, políticas ambientales desastrosas (muchas veces),  y también llevándose las utilidades a sus países de origen.

Sin embargo, creo que la solución no es cerrar las fronteras a la inversión extranjera sino lograr los mejores términos en las negociaciones internacionales, buscando siempre ser la variable más fuerte en el  binomio o, polinomio comercial en su caso.

Una mala negociación internacional nos podría llevar a un aumento de aranceles a la importación lo cual inmediatamente ralentizaría el proceso productivo en México. Por otro lado, el aumento a los aranceles de exportación inmediatamente generaría un retroceso económico. Un cierre de frontera, sería una medida extrema que también podrían aplicar los países como resultado de una mala praxis de negociación.

En lo particular, creo que se debe apostar por una  política que fomente la innovación y el desarrollo tecnológico de empresas mexicanas, más que servir como plataforma a grandes capitales extranjeros. Creo que el reto es enorme y será uno de los pilares fundamentales de quien dirija el país, ese mismo reto debe abordarse por todos los actores sociales porque no considero que a ningún país le funcione la unilateralidad.

México, necesita un perfil que entienda los grandes retos en el mundo de los acuerdos multilaterales. Que entienda la importancia de las negociaciones y sus efectos en la economía nacional.  Que se preocupe por caminar hacia un desarrollo sostenible en sus tres pilares como lo son el social, el económico y el ambiental. México necesita a un pacifista, alguien que incite a la armonía y trabajo en conjunto de la ciencia, el sector privado y el gobierno. Necesitamos un liderazgo que incluya a todos los mexicanos.

El canciller, Marcelo Ebrard, representó a nuestro país, en la reunión G20, la semana pasada. Me llamó la atención su participación solicitando el cese de la guerra con Ucrania indicando las afectaciones de esta en los países de menores ingresos, destacando el peligro para la seguridad alimentaria mundial y el alza de costos en los energéticos.

Estoy convencida de que tenemos un canciller que además de contar con una vasta experiencia en políticas públicas y ser un reconocido estadista, es sin duda alguna un pacifista que busca lo mejor para los más desprotegidos.

Si cada cabeza es un mundo… cada país es un universo.

Gracias por llegar hasta aquí.

¡Nos vemos la próxima semana!

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Lavinia Núñez

Lavinia Núñez

Lavinia Núñez Amao es doctora en Bioeconomía, cursó las licenciaturas en Negocios Internacionales y Derecho. Ha estudiado en México y en el extranjero. Cuenta con estudios en Desarrollo Sustentable y Marketing internacional.

Cuenta con 20 años de experiencia desempeñándose en la función pública y privada, principalmente en el área de cadenas productivas, desarrollando estrategias para impulsar la comercialización de los productos sudcalifornianos.
Empresaria.

Miembro del sistema nacional de Investigadores. Catedrática en la universidad Autonóma de Baja California Sur. Cuenta con investigaciones científicas publicadas. Escritora por afición.